Violencia, muerte, hambre… una humanidad desorientada que cada vez se hunde más y más en lo queyo llamo “el inicio de la extinción de la humanidad”; ¿qué nos ha sucedido?; ¿quién o quienes tienen la culpa? ¿La sociedad, el estado, las instituciones, la familia?
Un pueblo que se ahoga en gritos clamando ¡Justicia! mientras cada minuto una mujer es golpeada en el mundo; la Muerte, con su hoz afilada, esperando dar la puntada final envolviendo con su manto de oscuridad a niños y familias con hambre en África y América Latina,mientras el papa en el vaticano ora y predica por la justicia social sentado en un trono con un báculo en su mano y un vestido tejido en oro, diamantes y esmeraldas, y con millones de euros, dólares y cualquier moneda que se nos ocurra de cualquier denominación atesorada en bancos.
Gritos de impotencia buscando el responsable de esta hecatombe mundial, todos tienen sus propias excusas que los exime de responsabilidad; el último ser en señalar es a Dios.
El ser humano grita: -¡Dios no existe! Si existiera como podría permitir tanto dolor, acaso el Ser Supremo del cual habla la Biblia ¿no está lleno de amor?, ¿dónde está el Dios de Elías, el que hablaba a su pueblo y lo bendecía?, ¿dónde está la mano poderosa que abrió el mar Rojo para salvar a su nación?, ¿dónde está el Dios que hizo llover maná del cielo para que su pueblo no tuviera hambre?, ¿Cuándo volverá?... ¿Se habrá olvidado de nosotros?, al fin y al cabo ¿qué somos nosotros delante de él?-
Somos unos necios, pretendemos que Dios nos bendiga cuando con nuestras acciones lo rechazamos, exigimos de parte de él la prosperidad para nuestras vidas y no somos siquiera capaces de entablar una comunicación con él diaria, la gran mayoría de nosotros ni siquiera nos tomamos un tiempo a diario para estudiar la Biblia; estamos confundidos, Dios no es el mago que sale de una botella para cumplir nuestros deseos, él no es nuestro sirviente.
Dios nos ha dado la libertad para que escojamos nuestro camino, él no va a interferir en nuestras vidas a no ser que decidamos seguirlo. ¿Cómo pedir un favor a alguien que despreciamos?, quizás digas que no lo desprecias, pero no es necesario decirlo, solo basta tu actitud hacia él.
No nos quejemos por lo que nos pasa, porque la problemática mundial se debe no a la ausencia de Dios, sino más bien en que no queremos que él gobierne nuestras vidas y sin su protección nos encontramos a la deriva, a expensas de que cualquier cosa sea buena o mala nos ocurra.
Dios rechaza al soberbio, a aquel que no le reconoce; y así como algunos no ven en acción al Dios de la Biblia, él no encuentra en esta sociedad hombres y mujeres como aquellos personajes bíblicos que creyeron en él, que entregaron si vida dejándolo todo por seguirlo a él.